jueves, 28 de febrero de 2013
domingo, 24 de febrero de 2013
jueves, 7 de febrero de 2013
Shibam, una descripción imaginaria
Algunos dicen que la legendaria ciudad de Shibam es una ilusión, un espejismo visto por exploradores enloquecidos, una alucinación.
A primera vista, en verdad parece un espejismo, una ciudad de cuento. Sus colores azul y blanco contrastan con el dorado del desierto. La puerta de la ciudad es de bronce bruñido. Por ella no pueden pasar la muerte ni los incendios, las hambrunas ni las desdichas, las enfermedades, el frío penetrante, la angustia ni la locura. La puerta está protegida por el hechizo de un haddah.
El gran mercado de la ciudad está compuesto por una serie de puestos multicolores y pabellones con anchas rayas que se extienden más de un kilómetro a la redonda. En ellos, mercaderes de todo el mundo negocian y conviven con absoluta normalidad.
En el mercado se comercia con productos de todo el mundo: especias, sedas, marfil, incienso...También hay extraños objetos de oro y plata, además de pequeños y delicados frascos de cristal soplado para esencias.
Adentrándose más en la ciudad hay edificios construidos con mármoles blancos y azules, con amplios patios interiores. En ellos crecem árboles frutales y hay hermosas fuentes que alegran las casas con el sonido de su melodioso fluir.
Los hogares de la ciudad de Shibam son cómodos y alegres. Por la noche, los amigos se reúnen en los grandes salones para beber vino dulce y escuchar música. Los suelos están cubiertos de cojines y el aire veraniego penetra por los grandes ventanales trayendo consigo los aromas de la ciudad.
Shibam está salpicada aquí y allá por los templos construidos en honor a dioses pertenecientes a todas partes del mundo. Jamás hay disputas, porque en aquella ciudad reina la paz absoluta. Hay en esta un gran jardín donde toda clase de animales conviven. Allí los habitantes de Shibam van a pasarlo bien, a pasear y a descansar.
Aquí termina mi descripción de la gran ciudad de Shibam, donde reina la paz: los hombres no necesitan las armas más que como pasatiempo y todos son tratados por igual.
¿Dónde está esta maravillosa ciudad?, dirán algunos. Está allí arriba o a nuestro alrededor, más allá del precipicio sin fondo, del río del Silencio, del abismo donde van nuestras almas cuando no nos queda qué hacer en este mundo. Pasadas las negras murallas de la muerte está la maravillosa ciudad de Shibam
martes, 5 de febrero de 2013
Las vecinas (un poco de humor no viene mal)
¡¡¡Agustina!!!
Una voz enredada entre el sonido de la música y el taconeo
de unos zapatos, lucha por hacerse oír en el patio de la gran vivienda.
_ ¿Qué pasa Remedios?
_La vecina del quinto, que nos va a volver locos con tanto
cante y baile. Lleva unos días como loca.
_Pero, ¿no le dijo el médico que acabaría en una silla de
ruedas?
_Sí, estaba muy malita. No sé que coño le ha sucedido, pero
esto es una locura..
_La loca ella que canta algo de no se qué conjuro. "Pa"mi que
se ha "encomendao" al diablo.
_ ¿Tú crees?
_ ¿Pero no ves los saltos que pega?....... se nos va a caer
la casa encima,
_Yo creo que se ha “endrogao”, hace unos días que no podía
ni dar un paso, se quejaba de unos dolores infernales y mira tú…. que parece
una jovencita de cómo se menea.
_ Remedios…aquí hay gato encerrado. Yo no “ma guanto”…vamos
a preguntarle.
_¿Quieres decir....y si se lo toma a mal?
Y allá que van las dos vecinas a meterse donde no las
llaman.
_¡¡¡Niña!!!...¿ que coño te pasa "pa" que pegues tantos gritos y
tengas este sarao “montao” como si fuera la feria?
_ Vaya…ya están aquí las alcahuetas del vecindario…no os
interesa para nada lo que a mi me pasa, así que ya lo sabéis...¡¡¡
puerta y aire que hace calor!!!
Las dos vecinas salieron de allí desgranando improperios por
sus bocas.
_ La madre que la parió, que malos humos gasta la “joia”.
_Remedios, que nos quedamos sin saber que es lo que le pasa
a la vecina.
_Agustina, este patio ya no es lo que era, ya no se entera
una de na…de na , que penita más grande ¡¡Diosss mío!…la culpa de todo esto
la tiene el cambio climático ese.
_ Y que lo digas, Remedios…y que lo digas, no somos “naide”
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